Un fallo administrativo de la Junta propicia la anulación de la protección otorgada en 2004 a esta finca privada, algo que venía reclamando su propietaria y por lo que luchará "hasta el final si es necesario"
Es un paraíso literario perdido. El gran olvidado de un Trienio que, a pesar de las buenas intenciones, no llegó a cumplir todas las expectativas. Santa Cruz de Vista Alegre, la finca de Fuentepiña que tiene una importancia capital en la obra de Juan Ramón Jiménez, sigue cerrada a cal y canto, deteriorándose poco a poco sin que sus propietarios lo remedien.
Y eso no es lo peor. Ahora constituye un espacio amenazado al haber dejado de contar con la protección de la Consejería de Cultura, que lo declaró Bien de Interés Cultural (BIC) en 2004. La causa no es otra que un simple fallo administrativo por parte de la Junta, un error que ha provocado la anulación de su protección patrimonial como Sitio Histórico.
La declaración BIC en la categoría de Sitio Histórico fue acordada por el Consejo de Gobierno de la Junta el 2 de noviembre de 2004 y amparaba a la casa natal del poeta, el inmueble de la calle de la Aceña, el paraje de Fuentepiña y su casa, el cementerio parroquial y la Casa Museo de Zenobia y Juan Ramón, así como los bienes muebles y documentales que se conservan en ella.
Sin embargo, la Junta de Andalucía inició la tramitación un año antes de su declaración y los propietarios montaron en cólera al tener constancia de la misma. Por eso recurrieron en 2004 ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) la protección de los lugares juanramonianos al entender que la Administración autonómica no les notificó en tiempo y forma esta declaración a ellos como propietarios de la vivienda.
La "indefinición de las fincas propiedad de la recurrente a las que afectaba la declaración" fue otros de los motivos por los que los propietarios se opusieron a la declaración BIC, debido a "la discordancia de superficie afectada" según la descripción catastral de la parcela y la superficie de la finca inscrita en el Registro de la Propiedad, de modo que no existía justificación del entorno delimitado correspondiente al Paraje de Fuentepiña. Así lo recoge la sentencia del alto tribunal andaluz que dio la razón a los dueños.
Poco después la Junta recurrió ante Tribunal Supremo (TS) al considerar que no habría que notificar la declaración, sino que bastaría con publicarla en el BOE. Sin embargo, a finales de 2010, los jugados volvieron a dar dio la razón a los propietarios.
Una vez que se trata de una propiedad privada carente de cualquier protección patrimonial, ¿qué podrá pasar con el legendario pino en el que reposan los restos de Platero? ¿Qué ocurrirá con la casa? En estos momentos sus propietarios, y nadie más que ellos, tienen la respuesta.
Esta casa de campo fue embargada a la familia del poeta y el padre de su cuñado, José Hernández-Pinzón, la adquirió. Desde entonces, aproximadamente al principio de los años 20, los Hernández-Pinzón fueron los propietarios de Fuentepiña, si bien ahora está en manos de Elisa Hernández-Pinzón Pérez-Ventana. Ella no es familia del poeta, si bien es hija de un primo hermano del padre de Carmen Hernández- Pinzón, sobrina nieta y legataria de Juan Ramón.
Elisa ha rehusado explicar a este periódico el motivo del abandono de la casa de campo y, además, considera que "allí no debe entrar nadie porque es una finca privada y además está fatal". La propietaria se muestra satisfecha con el hecho de que desde hace unos meses este espacio "ya no cuenta con protección alguna" aunque no abunda en el tema debido a que, según valora, no tiene "porqué hablar de cosas íntimas". Eso sí, advierte que luchará "hasta el final si es necesario".
Y no quiere escuchar ni de lejos la palabra expropiación, si bien asegura que la Junta nunca ha tratado de comprarle su casa. Sin embargo, fuentes consultadas por ese diario indicaron que el anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Moguer sí lo intentó en varias ocasiones, aunque la negociación nunca llegó a buen puerto.
En cualquier caso, Elisa reconoce que Fuentepiña "está fatal", pero insiste en que "es un espacio privado" y no tiene intención de hablar de este tema. "Mis motivos no se los voy a decir a nadie pero Fuentepiña no está para hacer reportaje alguno y allí no debía entrar nadie. Si está abierto es porque me han roto la entrada cincuenta veces. Entrar allí es un delito", asegura.
A pesar de Carmen Hernández-Pinzón no tiene relación alguna con Elisa y de que prefiere ser respetuosa y no meterse en un asunto que, por suerte o por desgracia, atañe a una propiedad privada, sí que lamenta el estado de abandono y recuerda que desde hace tiempo viene "diciendo que habría que tomar medidas al respecto".
"Es una lucha que no quiero emprender. Otras cosas están en manos de políticos y se pueden iniciar las reclamaciones pertinentes. Sin embargo, en este caso concreto entiendo que se trata de una propiedad privada y a mi no me agradaría que se metieran en una propiedad mía. Aunque, claro, me duele muchísimo ver que aquello, con todo lo que significó para familia, sobre todo para mi padre, esté así", reconoce con cierta amargura Carmen Hernández-Pinzón.
Y eso no es lo peor. Ahora constituye un espacio amenazado al haber dejado de contar con la protección de la Consejería de Cultura, que lo declaró Bien de Interés Cultural (BIC) en 2004. La causa no es otra que un simple fallo administrativo por parte de la Junta, un error que ha provocado la anulación de su protección patrimonial como Sitio Histórico.
La declaración BIC en la categoría de Sitio Histórico fue acordada por el Consejo de Gobierno de la Junta el 2 de noviembre de 2004 y amparaba a la casa natal del poeta, el inmueble de la calle de la Aceña, el paraje de Fuentepiña y su casa, el cementerio parroquial y la Casa Museo de Zenobia y Juan Ramón, así como los bienes muebles y documentales que se conservan en ella.
Sin embargo, la Junta de Andalucía inició la tramitación un año antes de su declaración y los propietarios montaron en cólera al tener constancia de la misma. Por eso recurrieron en 2004 ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) la protección de los lugares juanramonianos al entender que la Administración autonómica no les notificó en tiempo y forma esta declaración a ellos como propietarios de la vivienda.
La "indefinición de las fincas propiedad de la recurrente a las que afectaba la declaración" fue otros de los motivos por los que los propietarios se opusieron a la declaración BIC, debido a "la discordancia de superficie afectada" según la descripción catastral de la parcela y la superficie de la finca inscrita en el Registro de la Propiedad, de modo que no existía justificación del entorno delimitado correspondiente al Paraje de Fuentepiña. Así lo recoge la sentencia del alto tribunal andaluz que dio la razón a los dueños.
Poco después la Junta recurrió ante Tribunal Supremo (TS) al considerar que no habría que notificar la declaración, sino que bastaría con publicarla en el BOE. Sin embargo, a finales de 2010, los jugados volvieron a dar dio la razón a los propietarios.
Una vez que se trata de una propiedad privada carente de cualquier protección patrimonial, ¿qué podrá pasar con el legendario pino en el que reposan los restos de Platero? ¿Qué ocurrirá con la casa? En estos momentos sus propietarios, y nadie más que ellos, tienen la respuesta.
Esta casa de campo fue embargada a la familia del poeta y el padre de su cuñado, José Hernández-Pinzón, la adquirió. Desde entonces, aproximadamente al principio de los años 20, los Hernández-Pinzón fueron los propietarios de Fuentepiña, si bien ahora está en manos de Elisa Hernández-Pinzón Pérez-Ventana. Ella no es familia del poeta, si bien es hija de un primo hermano del padre de Carmen Hernández- Pinzón, sobrina nieta y legataria de Juan Ramón.
Elisa ha rehusado explicar a este periódico el motivo del abandono de la casa de campo y, además, considera que "allí no debe entrar nadie porque es una finca privada y además está fatal". La propietaria se muestra satisfecha con el hecho de que desde hace unos meses este espacio "ya no cuenta con protección alguna" aunque no abunda en el tema debido a que, según valora, no tiene "porqué hablar de cosas íntimas". Eso sí, advierte que luchará "hasta el final si es necesario".
Y no quiere escuchar ni de lejos la palabra expropiación, si bien asegura que la Junta nunca ha tratado de comprarle su casa. Sin embargo, fuentes consultadas por ese diario indicaron que el anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Moguer sí lo intentó en varias ocasiones, aunque la negociación nunca llegó a buen puerto.
En cualquier caso, Elisa reconoce que Fuentepiña "está fatal", pero insiste en que "es un espacio privado" y no tiene intención de hablar de este tema. "Mis motivos no se los voy a decir a nadie pero Fuentepiña no está para hacer reportaje alguno y allí no debía entrar nadie. Si está abierto es porque me han roto la entrada cincuenta veces. Entrar allí es un delito", asegura.
A pesar de Carmen Hernández-Pinzón no tiene relación alguna con Elisa y de que prefiere ser respetuosa y no meterse en un asunto que, por suerte o por desgracia, atañe a una propiedad privada, sí que lamenta el estado de abandono y recuerda que desde hace tiempo viene "diciendo que habría que tomar medidas al respecto".
"Es una lucha que no quiero emprender. Otras cosas están en manos de políticos y se pueden iniciar las reclamaciones pertinentes. Sin embargo, en este caso concreto entiendo que se trata de una propiedad privada y a mi no me agradaría que se metieran en una propiedad mía. Aunque, claro, me duele muchísimo ver que aquello, con todo lo que significó para familia, sobre todo para mi padre, esté así", reconoce con cierta amargura Carmen Hernández-Pinzón.
Fuente: Huelva Información
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sé respetuoso en tus comentarios. Gracias.