miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Quo vadis, Gustavo?

Cuenta el refranero español, principal fuente de sabiduría popular, que “antes se coge a un mentiroso que a un cojo”. Y este verídico refrán es aplicable al “soft” Gustavo Cuellar con quien Mario Jiménez pretende dar batalla por la alcaldía de Moguer. Y es que los políticos socialistas onubenses suelen ser, en demasía, esclavos de sus propias palabras aunque, por desgracia, las mentiras les salen muy baratas.

Como no hay nada mejor que predicar con el ejemplo, vamos a citar unas recientes declaraciones realizadas por el alcaldable socialista tras la decisión del TSJA con respecto al recurso interpuesto por AVEMA en la que solicitaban la segregación del núcleo costero de Mazagón y que eran, al parecer, toda una declaración de intenciones:


“……considera necesario actuar en Mazagón debido al abandono al que el gobierno del PP tiene sometido al municipio. Así, el secretario general propone un Plan de Mejoras en las Infraestructuras y un Plan de Dinamización Turística para llevar a cabo en el núcleo costero, para que sus todos los vecinos de Moguer y Mazagón tengan la misma “igualdad de derechos”.


Esta declaración está recogida en la web oficial del PSOE de Moguer el 24 de septiembre de 2009. Políticamente correcto si no fuera porque en realidad los socialistas moguereños hacen todo lo contrario a lo que dicen. Y para demostrar dicho planteamiento recurrimos a la reciente medida adoptada por nuestra “querida” ex alcaldesa Rosario Ballester que como Delegada Provincial de Turismo, Comercio y Deporte ha DENEGADO la subvención solicitada por el Ayuntamiento de Moguer a través de nuestro alcalde Juanjo Volante para la construcción en Mazagón, precisamente, de una pista de tenis. En cambio, premia a los pueblos amigos de Punta Umbría y San Bartolomé con 33.665 € y 47.932 € respectivamente para instalaciones deportivas diversas.

Tras estos irrefutables hechos tenemos ante si una preocupante disyuntiva: o Gustavo Cuellar miente a todos los moguereños aún a sabiendas o en cambio tiene menos mando que el “desaparecido” Manolo Batista. En resumidas cuentas, no podemos confiar en una persona que, aludiendo de nuevo al refranero popular, “... tiene que pedirle permiso a un pié para mover el otro”.